Las maquinarias de la alegría

El escritor norteamericano Ray Bradbury (1920-2012), prolífico como pocos, dejó numerosos relatos breves cuya calidad es innegable. Minotauro ha rescatado una selección no editada en España hasta la fecha. Veintiún historias llenas de ingenio en las que se entrecruza la ciencia ficción, el misterio o el horror. Una lectura recomendadísima para los amantes de la buena literatura y una excelente carta de presentación para aquellos que nunca hayan disfrutado del talento del autor de “Fahrenheit 451”.

Hongos con la capacidad de extinguir la raza humana, agujeros interplanetarios con entes sintientes, extrañas desapariciones, apocalipsis fortuitos. La imaginación de Ray Bradbury no tenía límites, al igual que su talento. Estos relatos breves son una excelente muestra de la capacidad que tienen algunos escritores de llevarnos más allá, de deleitarnos con un manejo impecable de la escritura sin caer en la superficialidad.

Delicatessen

Ray Bradbury publicó “Las maquinarias de la alegría” para sus hijas, tal y como reza la dedicatoria de la primera página. Un compendio en el que se ofrece una variada selección de relatos breves de diferente factura y temática. El primer relato es el que le da nombre. En él, tres amigos discuten sobre la llegada del hombre al espacio y sus consecuencias, muy de moda en la época de Bradbury quien vivió la carrera espacial. En la ciencia ficción presente también en “El que espera”, “Las vacaciones”, “¡Chicos! ¡Cultivad hongos gigantes en el sótano!” o “Casi el fin del mundo” se da una velada crítica social en pro de la educación y el bienestar ciudadano así como un claro mensaje ecologista.

Tyrannosaurus Rex” es una oda al cine clásico, “El tambor de Shiloh” una estremecedora representación de la guerra de trincheras; “El marino vuelve a casa” y “La muerte y la doncella” podrían considerarse cuentos de hadas. Multitud de temáticas desde un prisma humano, lleno de sensibilidad y preciosas descripciones.

También coquetea con el horror como en “Algunos viven como Lázaro”, “El Día de los Muertos” o “Así murió Riabúnchinska”. Un terror contenido pero no por ello menos inquietante.

Cabría considerar un último bloque temático en “Las maquinarias de la alegría” donde impera el noir. En “La carrera del Himno”, “La mujer ilustrada”, “El mendigo del puente de O´Connell” y “La obra de Juan Díaz” un variopinto grupo de personajes se replantea sus principios morales con curiosas consecuencias.

Esta clasificación artificial representa la enorme variedad en apenas trescientas páginas. En todas ellas se desprende un gran amor por las palabras y su uso, sin dejar nada al azar. Perfectas de principio a fin y disfrutables con todos los sentidos.

Bradbury para todos

El niño sólo podía adivinar lo que los hombres murmuraban, y lo que él adivinaba era esto: yo soy el único, soy el único entre todos que no va a morir. Saldré con vida. Iré a casa. Tocará la banda. Y estaré allí para oirla.

Todo lo que podemos afirmar sobre “Las maquinarias de la alegría” es positivo. Desde la sugerente portada hasta la selección contenida. Todo se ha cuidado para deleitar al lector. La brevedad y concisión de cada una de las joyas que comprende es sorprendente. Bradbury, periodista de profesión, sabía ser conciso como pocos, pero sin descuidar los detalles hermosos. Sus palabras, sus descripciones, son preciosas. Sin empalagar, es capaz de hacer llegar el trino de un pájaro o la levedad del viento.

En su obra siempre existe un toque melancólico cuando no una profunda tristeza pesismista. Pero se equilibra a la perfección con un gran sentido del humor y el ridículo. Una pantomima de buen gusto.

Cada uno de los personajes cuenta con voz propia. Cuando emplea el narrador en primera persona, el estilo va acorde a su protagonista. Cambia de registro con facilidad, manteniendo en todo momento la coherencia interna. Si funciona bien de principio a fin es por el gran talento de Bradbury para sorprender. El lector encontrará pequeños guiños para guiar su curiosidad. Siempre resulta sorprendente y dinámico.

Buenas lecturas

Leer a Ray Bradbury es un acierto. Sus obras más conocidas y publicadas por Minotauro, “Crónicas marcianas” o “Fahrenheit 451” son clásicos universales, pero nunca se debe perder de vista esa otra producción más pequeña y humilde. “Las maquinarias de la alegría” pueden ser una rareza perfecta para atesorar, sin desmerecer a los dos gigantes citados. Una interesante combinación de brevedad y talento, perfecta para devorar de un solo bocado o disfrutar a pequeños sorbos.

El lector se enfrentará a una historia diferente, un mundo diferente. Un Bradbury distinto e igual a la vez. Porque lo que es innegable es que su estilo es siempre constante y coherente. Mezcla  sin pudor, dejando siempre una oleada de humor por el camino. Satiriza sin herir y provoca sentimientos encontrados. Por todo ello, “Las maquinarias de la alegría” es una de nuestras recomendaciones. Un clásico entre los clásicos que no debe faltar. Que lo disfruten.

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