Maximilien Heller

La novela detectivesca, entendida como aquella en la cual el principal protagonista es un personaje dotado de una especial habilidad para desentrañar la madeja del más enmarañado de los crímenes, cuenta con una amplia tradición. Partiendo del Dupin de Edgar Allan Poe, investigadores como el Monsieur Lecoq de Émile Gaboriau, el gran Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle o el Poirot de Agatha Christie son claros exponentes de un tipo de literatura en la cual cada nueva creación se apoya de un modo u otro en aquellas que la precedieron.

Si bien todos los nombres mencionados son más que conocidos por el buen aficionado a la ficción detectivesca, es más que probable que sólo los mayores expertos en la misma conozcan a Maximilien Heller, el singular personaje creado por Henry Cauvain. Ahora, gracias a dÉpoca Editorial, tenemos la ocasión de disfrutar en castellano de la novela protagonizada por este excéntrico precursor de Holmes, a cuya primera aparición se adelantó en casi dos décadas.

En busca de la verdad

El narrador de “Maximilien Heller” (un doctor cuyo nombre no llegamos a conocer), acude a visitar al joven Heller a petición de uno de sus amigos, muy preocupado por su estado de salud. El médico acudirá a la buhardilla en la cual lleva mucho tiempo encerrado el antiguo abogado, dedicado a vegetar, escribir sobre filosofía y consumirse en un hastío vital cuyo fin parece no muy lejano. El remedio para la apatía de Heller no será, no obstante, ninguna prescripción realizada por el doctor, sino la detención de un vecino del filósofo, acusado de haber envenenado con arsénico a su amo, el señor Bréhat-Lenoir.

Heller se dará cuenta enseguida de la inocencia del detenido y, con el fin de remediar lo que considera una tremenda injusticia, decidirá poner todo su empeño en descubrir quién ha sido el verdadero asesino. En su investigación, la cual le conducirá de París a la remota Bretaña, el protagonista de “Maximilien Heller” se valdrá de su gran inteligencia, sus poderes de observación y sus amplios conocimientos en todo tipo de materias, además de descubrirse como un maestro del disfraz. Y, poniendo en riesgo su vida, encontrará tal vez una razón para valorarla.

Monsieur Heller

Maximilien Heller no es un personaje particularmente atractivo desde el punto de vista de un lector moderno. Se trata de un hombre enfermizo, con unos nervios tan frágiles que llega a desmayarse en alguna ocasión, como si de una dama decimonónica se tratase. En cuanto a su personalidad, hace gala de una gran soberbia, y la extraordinaria opinión que tiene de sí mismo la expresa con claridad en el segundo capítulo de la novela:

[quote]Pero encuentro inútiles a los hombres. Me aburren sus reflexiones, sus trabajos su naturaleza… Sí, esas pocas brasas que ve usted ahí, en la chimenea, el borboteo de mi marmita y el ronroneo de mi gato, me inspiran versos mil veces más hermosos que los de cualquiera de sus grandes poetas; pensamientos mil veces más ingeniosos que los de sus moralistas; reflexiones más profundas y sublimes que las de cualquiera de sus ilustres predicadores.[/quote]

Resulta muy evidente, según se avanza en la lectura de “Maximilien Heller”, que su protagonista no es el típico héroe literario. De hecho, su forma de ser llega a rozar lo insufrible, sobre todo en la primera parte del libro. No obstante, es sobre todo en la segunda parte del mismo cuando Heller parece humanizarse un tanto, hasta el punto de que el lector puede llegar a plantearse si su indolencia, su misantropía y su egocentrismo no son sino elementos impostados bajo los cuales se oculta el verdadero Maximilien.

Heller versus Holmes

Unas de las consecuencias más destacables de la publicación de “Maximilien Heller” en castellano es la generación de una cierta polémica, como puede comprobarse leyendo el artículo “¿Fue Sherlock Holmes un plagio?” aparecido en la edición digital del periódico ABC el 23 de febrero de este mismo año. Un tema peliagudo, el cual ha provocado airados comentarios por parte de los seguidores más acérrimos del genial detective surgido de la pluma de Arthur Conan Doyle.

¿Leyó Doyle la obra de Cauvain? Lo cierto es que bien podría haberlo hecho pero, a día de hoy, no existe documento alguno en el cual autor británico cite tal hecho. Por lo tanto, la discusión planteada sobre si Holmes es un plagio de Heller está, al menos de momento, condenada a permanecer sin una resolución clara.

Resulta innegable, una vez se ha leído “Maximilien Heller”, que hay algunos elementos coincidentes entre ambos detectives. No obstante, en El Mar de Tinta creemos que las diferencias son muy numerosas y tremendamente significativas, como lo es sin duda el hecho de que Heller actúa como detective de forma accidental, mientras que Holmes dedicó años a prepararse para ejercer como tal de modo profesional. Con todo, le corresponde al lector realizar su propio análisis de la obra de ambos autores para decidir si, comparando la novela que nos ocupa con “Estudio en escarlata”, realmente se aprecia una apropiación literaria no reconocida por parte del creador de Sherlock Holmes.

Edición ilustrada

Como es habitual con los libros publicados por dÉpoca, la edición de “Maximilien Heller” resulta impecable hasta en el más mínimo detalle, con una salvedad. Nos referimos al apartado gráfico que acompaña al texto, compuesto por ilustraciones genéricas de archivo y por dibujos realizados por Iván Cuervo Berango. Estas imágenes originales han sido creadas con un estilo que parece querer evocar el de grandes ilustradores como Sidney Paget, pero no creemos que lo consigan. En realidad dan la impresión de tratarse del trabajo de un aficionado voluntarioso que todavía no domina su arte, y no son imágenes que contribuyan a realzar el texto al cual acompañan.

Maximilien Heller láminas

“Maximilien Heller” es, por lo tanto, una curiosidad literaria que interesará a todo aficionado a la ficción detectivesca, al tiempo que genera el ya mencionado debate en relación con la posible deuda contraída por Arthur Conan Doyle con Henry Cauvain. Sea como fuere, a pesar de que nos hallamos ante una obra entretenida, a nivel narrativo está a años luz del trabajo del escritor escocés, cuyo detective inquilino del 221B de Baker Street se alzaría sin problemas como el vencedor en un hipotético combate que enfrentase a ambos investigadores.

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