Oso

Editorial Impedimenta presenta, por primera vez en España, una de las mejores y más polémicas novelas de la literatura canadiense. “Oso”, de Marian Engel, nos lleva de vuelta a nuestras raíces animales en un viaje de auto-descubrimiento sin complejos que resulta tan transgresor como elegante.

En el salvaje norte de Canadá, donde las ciudades están desterradas y la naturaleza es reina soberana, se sitúa la imaginaria isla de Cary. Dentro de la isla de Cary hay una mansión: octogonal, luminosa, victoriana, diseñada al estilo de Fowler. Y dentro de la mansión hay una biblioteca sin catalogar, propiedad de un enigmático coronel ya fallecido. Hasta allí se tiene que trasladar la extraña e introvertida Lou, una bibliotecaria con dificultades para socializar. Ésta vive tras una barricada de amarillentos libros y viejos artefactos históricos que nadie tiene el valor de tirar a la basura.

De osos y humanos

Lou se instala entonces en la isla de Cary para catalogar la colección con minuciosidad. Atrás deja un trabajo alienante y unas cuantas relaciones tóxicas. Sin embargo, nadie la avisó de que la isla, presuntamente deshabitada, tiene un viejo inquilino: un gran oso pardo domesticado. La relación de Lou con los animales siempre ha sido más bien teórica, pero la inmensidad del Gran Norte la empuja hacia el plantígrado en búsqueda de calor y compañía. Y así nace la relación entre humana y fiera, una relación tan natural como perturbadora.

Para Lou, Oso no es un oso cualquiera. Es Oso, con mayúsculas, como nombre propio. La relación se forja despacio, en un ambiente de dulce soledad: soledad que no es negativa sino benéfica, que se abre como un espacio limpio alderredor de la oprimida Lou y le permite expandirse, explorarse, encontrar sus escondidas fortalezas. Engel es capaz de transportarnos a este ambiente singular a través de descripciones tan sensoriales como la que realiza del silencio. 

[quote]A Lou le molesta perturbar aquel silencio precioso y afelpado. Puso agua a hervir, arañando nerviosamente el cazo con el cucharón. Se vistió, consciente del chasquido de sus ropas, Se calzó los zapatos y oyó el roce de los cordones al atárselos. El cuchillo raspó la tostada. Removió el café con la tintineante cuchara. No todo el mundo, pensó, está hecho para convivir con el silencio.[/quote]

Erotismo natural

Hay quien dice que la novela de Engels es obscena. Con el diccionario en la mano, eso la calificaría de “impúdica y torpe”, y nada más lejos de la realidad. Si bien la directa mención al bestialismo puede inquietar a los lectores (de hecho, esa es sin duda la intención), “Oso” es una novela exquisita.

No hay nada sórdido, nada sucio ni de mal gusto en toda la obra: las escenas sexuales son breves, y no se deleitan ni se recrean en los detalles morbosos. Sin embargo, no podemos negar el brutal impacto que producen. El hecho de que estén narradas desde la más absoluta simplicidad, con la naturalidad de las cosas que surgen sin haberse planeado, las hace más creíbles y por lo tanto más chocantes. Son escenas que se deslizan repentinamente, sin previo aviso, y antes de que uno se de cuenta ya han ocurrido y desaparecen.

Pero la historia entre Lou y el oso no es una historia de amor ni de sexo, sino un recorrido de liberación y auto-conocimiento del cual la mujer sale renacida, reforzada, mucho más sabia. El vínculo hombre-animal siempre ha sido como un bálsamo para las almas solitarias, y su complicidad silenciosa una tabla de salvación. La novela por lo tanto es mucho más que el retrato de una inquietante parafilia, ya que para Lou el oso no es un simple animal. Es Oso: un amigo, un confidente, un compañero y sí, también un amante.

Lo sublime

Tanto en forma, fondo y contenido, “Oso” es una novela intensamente culta. Se delata en cada detalle, en cada referencia histórica, literaria o artística. Bajo el techo de la mansión de Cary no sólo viven Lou y el oso sino también, como invitados de honor, las intangibles presencias de Lord Byron, Milton, Brumell, Trelawny y Mary Shelley… es Lou quien les invoca entre los vapores de la biblioteca octogonal.

El contraste entre el mundo intelectual y el mundo natural nos hace ver cuán profunda es la naturaleza del ser humano, cuán completa puede llegar a ser si desarrolla en el lugar adecuado. Lou está en comunión con lo salvaje y a la vez vive inmersa en la elegante intelectualidad de los románticos decimonónicos.

Y qué grande resulta el placer de escurrirse desnuda entre las aguas nocturnas de un río en compañía de un oso pardo… si a la vez se posee la suficiente sensibilidad como para percibir lo mágico, lo sublime del momento. Ese es el gran privilegio de la Humanidad.

Gran exponente de las letras canadienses

Marian Engel nació en 1933 en Toronto, Canadá. Licenciada en Estudios Lingüísticos en la Universidad de Ontario, se especializó en literatura canadiense en Montreal. En 1968 publicó su primera novela, “No Clouds of Glory”. Sin embargo, su obra maestra es “Oso”, que pese al escándalo que suscitó le valió el Governor General’s Literary Award for Fiction en 1976. Fue la primera mujer en pertenecer a la junta directiva del sindicato de autores de Canadá y en 1982 fue nombrada Oficial de la Orden Canadiense. Murió tres años después a consecuencia de un  cáncer.

Es un lujo y un privilegio que sea Impedimenta la editorial encargada de traer “Oso” a España, una casa cuyas firmes apuestas literarias nunca decepcionan. Mención especial merece, como siempre, el departamento de diseño: la ilustración de portada, realizada por Gabriella Barouch, es una pequeña obra de arte en sí misma.

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