No todo está olvidado

Actualmente se está viviendo en el mundo editorial el boom del domestic noir, un subgénero del thriller cuyo hilo conductor es el día a día de personas normales enfrentadas a situaciones límite. Véase el éxito de “La chica del tren” o “Perdida”. La editorial Umbriel, fiel a la nueva ola, propone “No todo está olvidado” como nueva incorporación al género. Wendy Walker se suma a la pléyade de escritoras que proponen una visión más intimista del suspense y el terror.

En “No todo está olvidado” acompañamos a un concienzudo psiquiatra en su periplo hacia la curación de una víctima de agresión. Los nuevos avances médicos en lo referente a recuperación de la memoria y superación del estrés postraumático se muestran de manera concisa. Cuenta con un  original planteamiento, a través de las reflexiones del médico

Se rompe la calma

Fairview es una de esas pequeñas localidades donde todo el mundo se conoce. No es muy grande y los jóvenes comparten espacios de estudio y diversión. Una noche, Jenny Kramer acude a una fiesta con una amiga con la intención de encontrarse con el chico que le gusta. La cosa no sale como estaba planeada y, tras descubrir al joven en brazos de otra, Jenny sale corriendo de la casa hacia una zona boscosa cercana. Allí sufrirá una brutal violación que le provocará horribles secuelas, tanto físicas como emocionales. Para borrar el recuerdo del atroz encuentro se le somete a una “cura” por medio de fármacos. Pero los resultados no son los esperados.

Sus padres, Tom y Charlotte, deciden llevarla a un psiquiatra que emplea una nueva terapia para ayudar a sobrellevar traumas de todo tipo. El doctor Alan es pionero en esta técnica. Sin embargo sus intenciones no están claras.

El dolor y la mente

En “No todo está olvidado” el lector se enfrenta a una novela cuyo discurrir puede alterar los nervios de cualquiera. Con un planteamiento de sobra conocido en el género, Wendy Walker se propone dar una nueva versión del mismo. Su punto de vista único (la historia está narrada en primera persona por el psiquiatra) y su redacción a modo de reflexión personal, transforman a la novela en una especie de diario íntimo donde no cabe el diálogo. Todo está narrado en primera persona, como recuerdos entremezclados que en ocasiones colisionan y confunden. Un auténtico galimatías en el que termina imperando una sola idea: el dolor y sus consecuencias sobre la mente.

En la novela se describen determinados métodos para ayudar a los pacientes con estrés postraumático. Métodos que, según aclara la propia Walker, aún no son de dominio público y siguen investigándose. En este sentido, “No todo está olvidado” puede ser considerada una ficción científica.

Entre los personajes que buscan la ayuda de Alan destacan Jenny, la chica violada, y un joven soldado que ha sufrido la mutilación de un brazo y ha olvidado los sucesos que le llevaron a ello. Su dolor compartido les llevará a una amistad clave en el desarrollo de la novela. Los padres de Jenny se convierten en la voz de la venganza y la resignación. Tom se obsesiona con encontrar al violador de su hija y darle su merecido castigo. Su esposa Charlotte anhela reconectar de nuevo con Jenny, pero sus propios fantasmas se lo impiden. Todos los personajes sufren por un motivo u otro.  Su dolor es contemplado por Alan, que quiere ser un buen médico pero al que las circunstancias se lo van a poner difícil.

Hasta aquí lo interesante. El resto de la trama, la descripción de la violación, las relaciones que se establecen tras ella, el día a día de los involucrados, son hilos que entretejen una historia machacada. En este sentido “No todo está olvidado” no destaca entre otros títulos del mismo género. No discutimos la originalidad y la puesta en escena de personajes, pero la trama en sí nos ha dejado un tanto fríos.

Uno más

Tras lo dicho con anterioridad se podría pensar que la novela de Wendy Walker puede resultar monótona y desigual. En El Mar de Tinta apreciamos la profundidad con la que la autora se desenvuelve en dos temas muy peliagudos, la agresión sexual y la violencia juvenil. Otros muchos autores han tocado ambos temas desde la perspectiva de las victimas. Walker lo hace desde el aparente desapasionamiento de un médico. Es cierto que nos ha faltado algo más de originalidad, pero en todo caso es una novela bien resuelta.

Su desarrollo en una especie de caos organizado (como toda mente humana, la del doctor Alan es una mezcolanza de recuerdos e impresiones) cuyo final, casi inesperado (es posible que algunos lectores se vean defraudados), crea un continuo con algunos altibajos. Correcta, bien planteada, y afín al domestic noir tan en boga. Guarda algunas sorpresas en su interior, como todo buen thriller psicológico, a pesar de que la historia no pasa de lo meramente anecdótico.

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